Relajemos nuestro cuerpo, apacigüemos nuestro espíritu. Vivimos consternados en un mundo donde la velocidad en nuestros actos, nuestra cotidianidad, nuestra existencia material, nos obliga a apresuraros en nuestras decisiones y sentidos, por ello un instante de silencio, de relajación, de paz, renuevan, revitalizan, nuestros cerebros, nuestro cuerpo y por ende sosiegan nuestra alma. Aprendamos a darnos un tiempo para dialogar, para percibir aquella Esencia Angelical que mora en nuestro cuerpo, la Emanación Divina, aquel Soplo de existencia, aquella Presencia de nuestro Creador revitalizando cada una de las partículas que conforman nuestro Ser. Respiremos con tranquilidad y permitamos que aquello renueve nuestro Ser, comprendamos la transformación que se gesta en nuestro interior en cada instante de nuestra vida, maravillémonos por la presencia Divina en cada una de sus manifestaciones, pensemos por un instante en aquel Milagro de nuestra existencia.
Practiquemos Orar
Creemos por ventura, que ¿solo con la oración encontramos respuestas del Altísimo? La oración sirve como guía, es aquella carta de presentación que tenemos, pero la verdadera y única expresión es los lazos de afectividad salientes de uno mismo cuando apretamos afectivamente a nuestro hermano, cuando compartimos el Pan y el Vino representación del Cuerpo y Sangre del Divino Rabí. Ahí, entregamos nuestro amor, nuestro cálido sentimiento, aquella es la más grata oración que podemos hacer para dejar atrás el sin sabor y mirar con ilusión los tiempos que se avecinan. Por ventura es difícil al ser humano amar a su prójimo, servirle y a la vez contar con la esperanza en el Padre, en su Creador. Hoy por hoy, el ser humano anda en búsqueda de encontrar aquella paz, aquella tranquilidad, aquel reencuentro con el Creador, más olvida que el encuentro está en nosotros mismos, en el desenvolvimiento de nuestra propia existencia, en el amor que podamos brindar a nuestros congéneres y a la vez en aquella semilla que podamos implementar de amor en cada ser que se acerca a nosotros. No es labor sencilla, pero el Padre ha dispuesto que llegada la hora nos encontraremos unos con otros y nos daremos abrazo fraternal y compartiremos el amor, compartiremos pues, aquel don Divino que ha dado el Padre a nosotros sus hijos.
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