El hombre al enfocar sus ideas y pensamientos hacia un objetivo específico, facilita su realización, comprobando que el poder del pensamiento es ilimitado.
El ser humano tiene necesidades, sueños y deseos, en ésta carrera por llenar la vida de cosas materiales se debe determinar la importancia de éstas con respecto a las necesidades del espíritu, suplir aquellos vacíos causados al alejarnos del Padre, al no corresponder a su Mandato Divino. Si en nuestro corazón se albergan sentimientos de odio, envidia, egoísmo nunca estaremos satisfechos con la vida, pues siempre habrá alguien mejor o peor. Mas si vemos las cosas buenas, aquellos sentimientos de solidaridad, gratitud y buenos deseos hacia los demás, no solo seremos felices sino que estaremos cumpliendo con un precepto básico del Padre: el Amor a nuestro hermano.
“El cuerpo es importante no solo por ser el vehículo que nos moviliza en el mundo físico, sino porque a través de sus acciones puede demostrar el amor al Altísimo y a nuestros hermanos.”
También está el mundo de los deseos, aquellos anhelos más del cuerpo que del alma, pero en muchas ocasiones estos deseos están enfocados a sentimientos negativos, celos, envidia o codicia de las posesiones ajenas y en general a los bienes materiales, pero que son solamente ilusiones pasajeras ya que tan pronto se tiene se anhela algo más, nunca hay satisfacción completa. Lo único que llena al hombre, y que satisface totalmente su ser, es el Amor a Dios y las buenas acciones que a través de sí puede realizar. El hombre al enfocar sus ideas y pensamientos hacia un objetivo específico, al hacer una imagen mental de lo que se quiere, facilita su realización, comprobando que el poder del pensamiento es ilimitado.
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