El camino hacia el despertar natural de nuestra primera Chakra, llamada Muladhara, consiste en vivir una vida armónica, coherente, responsable, en fin, comprometida con el crecimiento interior y el servicio desinteresado.
Pero ¿cómo podemos hacer esto? El Divino Rabí nos dejó muchas enseñanzas, ya fuera mediante parábolas o mensajes sencillos, que podemos aplicar a nuestro crecimiento interior y servicio desinteresado. El primero de ellos, y más básico es el amor:
“Amaos, los unos a los otros, como yo os he amado”
¿Cómo nos amó El? Su amor fue incondicional. El no amaba solamente a los que le hacían el bien. Amaba a todos, inclusive más a aquellos que no se encontraban en la senda correcta. Su amor estaba basado en el servicio a los demás. Esta enseñanza tan sencilla, pero a la vez tan difícil de cumplir, es la mejor forma de servir desinteresadamente a nuestros semejantes.
Ahora bien, también debemos buscar nuestro crecimiento espiritual. Como humanidad, buscamos saciar nuestra necesidad de conocimiento a través de conocimientos en matemáticas, historia, biología, ciencia, tecnología, y muchos otros campos en los que hemos avanzado notablemente. Sin embargo, ¿dónde dejamos el crecimiento espiritual? Ese conocimiento que debe partir desde nosotros mismos es aquel que realmente saciará nuestra necesidad de conocimiento como especie.
Elevemos nuestra mente y dejemos divagar nuestro #espíritu. Como la mayoría de los seres en este planeta, en ocasiones estamos sumergidos en el letargo de nuestra monotonía. Observemos nuestro alrededor, pero no solo aquel que podemos ver con nuestros ojos. Si solo usamos los ojos, perderemos la perspectiva de aquel infinito universo que podemos percibir en nuestro interior. Cerremos nuestros ojos, dejemos nuestra mente en blanco y olvidándonos de todo aquellos que nos rodea, encomendémonos a nuestro Padre Eterno y miremos dentro de nosotros cuan grande somos. Nos sentiremos como algo pequeño flotando en la inmensidad. Nos veremos como un pequeño punto en un enorme vacío. Buscaremos en aquel pequeño punto y veremos nuestro cuerpo inmenso. Buscaremos en cada partícula interna nuestra propia esencia. Y así es como encontraremos nuestro universo interno o microcosmos, aquellos soles que conforman aquel universo interno existente en nosotros. Dejaremos por un pequeño instante que nuestras almas y nuestras mentes se regocijen en la contemplación y entonces estaremos en la senda hacia nuestro crecimiento interior.
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