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Foto del escritorConciencia Cosmica

La Sanación como un Don de Dios



Entre las múltiples facultades o dones concedidos por el Altísimo a nosotros sus hijos, está la sanación, el poder percibir por la gracia del Padre, aquel desequilibrio propio del alma que puede afectar el cuerpo o la mente.


El entrar en contacto y comunicación con aquella persona que necesita ayuda, se logra permitiendo aflorar la sensibilidad suficiente para sentir que de nuestro interior, le podemos brindar sosiego y bienestar que repercutirá en su estado de salud. El don de la sanación, lo tenemos todos en mayor o menor escala, porque es aquello que está innato en nuestro Ser, palpita de nuestra esencia amorosa que se entrega sin miramientos.


La gracia y el permiso de Dios para sanar y ser sanos


Solo debemos alzar nuestra plegaria al Hacedor para pedir de Él su permiso y su gracia, para prodigar amor en equilibrio hacia aquel que lo necesite. Antes de iniciar una sanación, es recomendable el permiso concedido por el Padre y por aquel espíritu a quien se va a ayudar en su materia y en su mente. La conciencia del sanador debe estar puesta en la Voluntad del Creador, quien es el único que dispone sobre todos sus hijos, no es la voluntad de quien sana la que obra, es la Voluntad Divina la que se ve manifiesta. En tal sentido, nosotros podemos sanarnos  a nosotros mismos, solicitando el permiso y la gracia del Creador, para que si es su Voluntad, se logre el equilibrio y la armonía en nuestro #espíritu, nuestra alma, nuestro cuerpo y nuestra mente, para que las vibraciones de nuestro Ser sean armónicas y que no hayan interferencias ni disonancias.




Equilibrio en el sanador para poder sanar


La gracia concedida al sanador de generar alivio, bienestar y salud debe ser proporcional al estado de ánimo y equilibrio que posea quien va a dar de sí para beneficio de otro. Por tanto, es recomendable que antes de proceder a una  sanación,  analicemos como está nuestro estado emocional, físico, energético y anímico, pues es nuestra energía la que vamos a poner en funcionamiento para interceder ante el Altísimo por aquella persona, el conectarnos con Dios y con quien vamos a ayudar, requiere plasmación de pensamiento – forma a través de la energía de nuestro Ser, la que debe estar en armonía y equilibrio para lograr resultados benéficos.


No podemos dar de lo que no tenemos, no podemos movilizar lo que está en caos en nosotros, no podemos  brindar equilibrio si nosotros no estamos armónicos.

La disposición del paciente


Si bien es importante la preparación del sanador, es aún más importante que el paciente tenga conciencia de lo que se va a hacer.

Debe entender que es Dios quien concede la sanación, que solo Él determina la medida en que  es propicio el alivio, la mejoría o la sanación del #espíritu, el alma, la mente y el cuerpo.

El ser receptivo, el tener la humildad de pedir ayuda al Hacedor por intermedio de un sanador, de disponer de su Ser en amplitud de conciencia y voluntad para recibir del Padre lo que le es permitido, es la clave que hace que su energía fluya en tal sentido que sea un imán propicio para  recibir lo que le corresponde.


¿Qué es la interposición de manos?



Hay distintas maneras de sanar, una de ellas es  por interposición de mano. Utilizando las palmas, se cura en dos etapas: la primera etapa es localizar el punto donde está el dolor o el malestar; la segunda etapa es colocar las manos a una distancia de 3 ó 4 centímetros sobre el paciente y empezar a girar lentamente, en círculos, posición y dirección contraria a las manecillas del reloj, se hace un pequeño masaje suave y en esto se recoge, luego se empieza  a aportar de nuestra energía a la persona. Otra manera de sanar es a través de los dedos, transformándose los mismos en el elemento necesario para llegar a extraer y limpiar, para lo cual se presiona en puntos precisos.


Sanación de enfermedades congénitas


A través de una enfermedad congénita se puede estar liberando karmas de vidas pasadas. Para efectuar dicha sanación se debe hacer un reconcilio con las deudas que fueron permitidas pagar por intermedio de dicha dolencia. El paciente ha de ser preparado a través de algún elemento que absorba parte espiritual del mismo, pude usarse azogue, aunque en gran mayoría de pacientes es empleada la amatista. El proceso es sencillo, se debe canalizar las fuerzas del objeto y atraer sobre el mismo aquella energía que afecte directamente al individuo, posterior a lo mismo se retira el objeto y se magnetiza el área del órgano que estaba siendo afectada, para ello se emplea concentración de energía sobre el paciente, envolviéndolo en nuestra propia energía,  en una tonalidad de color grisáceo, luego se ubica dicha energía sobre el área afectada, elevado la misma sobre la morada, y solicitando al paciente empiece absorber la energía en tonalidad rosácea, dejando que fluya a través de nuestro cuerpo. El elemento lo debe portar el paciente por tres días cerca de la zona a tratar. Se recomienda, no consumir grasas, cafeína ni condimentos.

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